Por Edgar Aldana Rosillo
Asesor de comunicaciones
La oportunidad con los TLC
Una vez más Colombia tiene entre los temas de interés, desde el punto de vista económico, los tratados de libre comercio (TLC), tanto con Estados Unidos como con la Unión Europea.
En el primer caso porque parece que empieza a destrabarse el proceso para que pase a discusión en el congreso estadounidense y hasta se mira con optimismo la posibilidad de que sea aprobado este mismo año, lo cual es algo que el país espera hace bastante tiempo, después de muchas dilaciones por parte del Ejecutivo del país norteamericano.
Entre tanto, con Europa las cosas parecen marchar un poco mejor porque ya se firmó en abril pasado y entrará en vigor a mediados del 2012 luego de haber pasado su fase de verificación jurídica y ser rubricado por ambas partes.
Ahora lo que sigue es completar la traducción del texto a las 23 lenguas oficiales de la Unión, deberá firmarse y, además, recibir el visto bueno del Parlamento Europeo y el Congreso colombiano antes de que pueda aplicarse, aunque existe confianza en que esto se dará sin mayores contratiempos, según lo que ha dicho el Gobierno Nacional.
Estos acuerdos comerciales abrirán grandes posibilidades a los productos colombianos, tanto del sector agropecuario como de otros renglones de la producción, aunque también implica retos como el de la modernización para ser competitivos.
Entre los productos con grandes expectativas está el cacao que tiene, precisamente, en Europa y Estados Unidos los principales compradores de esta materia prima a nivel mundial, siendo sus proveedores habituales los países africanos, especialmente en el caso de los miembros de la Unión Europa , ya que el país norteamericano tiene una diversificación de oferentes.
No obstante, para Colombia surge una oportunidad interesante porque puede ser más competitivo que los países africanos y aprovechar los precios internacionales que en los últimos meses han sido altos y permitiría mejorar los ingresos de los productores.
Entre las ventajas que tiene nuestro país es la relativa cercanía con los diferentes puertos de destino, en relación con los países africanos, lo que implica menos días de trayecto para llevar el producto y, por ende, menores costos.
A ello se suma la calidad del grano nacional, que es catalogado por la Organización Internacional del Cacao (ICCO), como fino de sabor y aroma, y que corresponde al 5% de la producción mundial de cacao, lo que abre la posibilidad de recibir una prima extra sobre el precio de bolsa, aunque Colombia también tiene cacao corriente para atender otros mercados.
Adicionalmente, con los TLC se podría poder llegar a Europa y Estados Unidos sin el pago de aranceles, lo que permite tener un precio más competitivo y conquistar dichos mercados.
Sin embargo, así como se tiene el reto de ganar espacio en esos países, lo primero que debe mirarse es la necesidad de incrementar la producción nacional, pues todavía no somos autosuficientes.
Además, se precisa un trabajo grande en el tema de beneficio porque de nada sirve contar con los mejores materiales de siembra, clones de alta productividad, un suelo y clima favorable, y una comercialización prácticamente asegurada, si a la hora del beneficio no se hace de acuerdo con los requerimientos de los compradores para ofrecerles un grano con las características que ellos demandan.
De igual manera, el agricultor debe pensar en darle valor agregado a su cosecha porque precisamente el mayor precio se obtiene en el producto procesado y allí es a donde debe apuntar el productor nacional, con organizaciones de base, empoderamiento de la comunidad, sinergias y alianzas.
También se debe avanzar en el aprovechamiento de oportunidades de negocio, con los diferentes subproductos del cacao como licor, manteca y polvo; participar en eventos internacionales, salir del país pero también traer a potenciales compradores, para saber qué demanda el mercado, cuáles son sus gustos y preferencias en cuanto a sabores y presentaciones y con esto determinar una marca que abra las puertas de industriales o distribuidores de la amplia gama de productos que se pueden generar con una marca país.
Por eso el llamado es a mirar los tratados de libre comercio como algo que es cercano al agricultor, no se trata de un tema de grandes productores o industriales sino que también afecta a ese pequeño agricultor, que es la característica de los cacaocultores colombianos, pero no se va a poder hacer nada si se actúa de manera individual sino que aquí cobra especial importancia la asociatividad como una forma de ganar en competitividad.
El comercio es algo dinámico pero de lo cual también deben preocuparse los cacaocultores que ya no se deben conformar con sacar su cosecha y venderla al comprador más cercano o habitual, sino que puede llegar a tener un horizonte más amplio, con mejores oportunidades de ingreso y bienestar para él y sus familias y aprovechar el mercado de los sellos y certificaciones, como plataforma para promover su cacao.